jueves, 30 de julio de 2009

Uroboros

Ya eran las doce de la noche y Fernando se preparaba para la próxima ronda. Tomó el último mate, soltó las cartas sobre la mesa y se calzó las zapatillas blancas.

- ¿Te animás a pasarte por el comedor antes de volver y traer más agua caliente? - Dijo Bermúdez.

- Y no te olvides de saludar a la loca de los pulpos - Agregó Blanco, no sin recibir una mirada de censura por parte de la nurse.

Fernando asintió y salió al pasillo lamentando haber dejado semejante partida de truco por la mitad. "Ya van a ver cuando vuelva" pensó mientras miraba la luz de la calle colarse entre el enrejado de las ventanas. A Blanco ya le había sacado la mentira, el viejo Bermúdez era bastante mejor y les llevaba la delantera. Pero no iba dejar que tantos años de truco entre clases y tardes de domingo se fueran al tacho sin hacerles justicia primero.

La noche había estado muy tranquila. Sin un solo grito que les interrumpiera la ronda del mate, la radio bajita, la charla y la partida. Caminaba apurado por los pasillos del viejo edificio. El aire fresco le devolvió un poco de vida a sus pulmones ya viciados por el humo de los cigarros de sus compañeros. Hacía poco que había entrado y todavía no fumaba. Sabía que eventualmente iba a suceder. Era solo cuestión de tiempo.

Pasó por la habitación de la nueva. Miró por la rendija y la encontró durmiendo. La loca de los pulpos; comprendió la mirada-balazo que le había mandado la nurse a Blanco. La palabra "loca" estaba absolutamente fuera del diccionario en horas de trabajo. La mujer dormía placidamente. O al menos tan placidamente como se pudiera con la ayuda de el batallón de medicamentos que le inyectaban. Aunque no le hacía mucha gracia era norma del hospital cuando alguien ingresaba en ese estado. Ponerle a dormir de inmediato.
Fernando continuó su ronda con cierta satisfacción de que nada interrumpiera su camino hasta el comedor. Ahí consiguió un poco de agua caliente y emprendió la vuelta la sala de enfermeros.

La loca de los pulpos, cuando la mujer había ingresado esa tarde no hacía más que chillar sobre un pulo gigante que vivía debajo de la tierra. Seguramente a Blanco le costaría una observación por decir "loca" frente a la nurse."También, burlarse de esa manera de la pobre mujer...", Fernando sabía (no sin cierto temor), que eventualmente iban a dejar de importarle los pacientes del hospital. Y de cierta manera se daba el gusto de, mientras le durara, sentirse mejor que sus compañeros, más humano.

Solo el "FLOP FLOP" de las zapatillas se escuchaba por los altos pasillos. Lo cual era señal de que al emprender la ultima parte de su camino nada iba a molestarlo. Con la linterna iba iluminando las puertas, viendo dentro de las habitaciones, todo en orden. "FLOP FLOP FLOP FLOP", Fernando se detuvo, seguro de que había escuchado pasos delante de él.

- ¿Blanco? - Dijo con tranquilidad. Sabía que los seguros de la puertas estaban puestos y que era difícil se abrieran sin que el los escuchara.

Nadie respondió.

Sintió en la base de su espalda un escalofrío que se formaba y a punto de dispararse le detuvo. A la vuelta del pasillo había una ventana abierta.
Sacudiéndose el frío del cuerpo se encaminó hacia la ventana y decidido la cerró. "FLOP FLOP", definitivamente esos pasos no eran suyos. Alguien más andaba delante de el.

- ¿Bermúdez? - Nuevamente no obtuvo respuesta. Y nuevamente continuó cada vez más seguro de que aquello debía de ser algún tipo de novatada.

Al acceder al próximo corredor le pareció escuchar nuevamente pasos delante de el, y con la linterna en alto empezó a apresurar el paso. Si aquello era un chiste bien estaba dispuesto a caer siempre y cuando no fuera algún interno fuera de su cuarto.
En el siguiente pasillo los pasos se hicieron más claros y Fernando apresuró el paso.

- He! ¿Quien está ahí?! - Logró ver una silueta doblar la siguiente esquina y comenzó a correr, gritando, con la esperanza que sus compañeros le oyeran. Sin embargo, la persona que estaba delante comenzó también a correr logrando mantener la distancia.
Los corredores, altos, anchos, las largas ventanas enrejadas, las baldosas de comienzos del siglo veinte pasaban idénticas, como repitiéndose detrás de Fernando. Al doblar el siguiente codo vio como una puerta se cerraba justo delante de el. Aparentemente su objetivo se había metido en una habitación. Fernando esperó que fuera la del interno, no fuera que se metiera en la de otro y tuviera que frenar de dos locos sueltos. Escuchó el sonido de Blanco corriendo detrás de el, Bermúdez seguramente hubiera pegado la vuelta por si la persecución se seguía.

Agitado Fernando se acercó a la habitación lo más rápido que pudo, y colocando la linterna en su bolsillo se preparó para lo peor. Dos internos descontrolados. Sí ese era el caso iba a tener que contenerlos hasta que llegara el resto. Se tomó un segundo para recuperar el aliento y miró por la ventana de la puerta. Sí, había un hombre de espaldas a el y otro contra la pared. La falta de luz en la habitación no le permitía identificar al otro interno.

Fernando abrió la puerta y el interno que se apoyaba contra la pared le miró con una mueca de pánico que le deformaba horriblemente las facciones. El hombre que le daba la espalda giró preparado para atacarlo y se detuvo, se miró a sí mismo quien acababa de irrumpir en la habitación. Fernando gritó y empezó a retroceder hacia la puerta cuando tropezó consigo nuevamente al entrar. - ¡Jajaja! ¡Se los dije, se los dije! - Gritó el interno contra la pared.

Fernando se despertó en la sala de los enfermeros rodeado por sus compañeros. Quienes le explicaron que le habían oído gritar y le habían encontrado desmayado en la habitación de un interno. El cual estaba saltando sobre la cama a las risas hasta que Blanco y Bermúdez lo sometieron y la nurse lo terminó de bajar con su cóctel especial. Sin embargo, no había nadie más en la habitación, ni le habían seguido. Solo habían escuchado el último grito.

Fernando se incorporó y pidió un cigarro.

5 comentarios:

  1. 1- Aberinkula.
    2- La-mujer-que-mientras-estás-cogiendo-se-despega-de-vos-y-te-da-una-cachetada,

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  2. Sí, sí. Pero bueno, me pongo zen y te digo: Es lo que hay valor.
    Igual lo escribí es un primer borrador. Eso está colocado como salió y recién ahora lo estoy leyendo.
    Ya va a convertirse en otra cosa.

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  3. En Aberinkula, esperemos. Estoy escribiendo algunas cosas para lo del "acordeón", después te las paso.

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  4. Las mujeres pulpo es una fantasia muy popular japonesa.

    Muy bueno!
    saludoss

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  5. La mezcla de las mujeres y las criaturas del mar a veces es erótica para los japoneses.

    Esta cosa no me deja poner links, pero googleá "Fisherman's wife".

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