miércoles, 1 de julio de 2009

#24

"Pasé las ultimas dos semanas en cama. Absolutamente sedado por los mata-sanos, arruina-mentes, la gente blanca con voces asquerosamente agradables.
Hace dos semanas que entre acá, no tengo muy claro en que condiciones o de que manera. La primera semana me resistí a toda clase de medicación. Al ver que no había manera de hacerme tragar esas inmundas, asquerosas pastillas, pasaron al plan B, y ahora mis brazos y piernas parecen superficies lunares. Espacios en blanco irritados y llenos de agujeros.
La segunda semana dejé de pelear. Quizás fue el cansancio, quizás estaba demasiado drogado como para resistir cualquier clase de invasión, de desviación de esta horrenda realidad.
Aún ahora, en estos minutos libres, entre inyección e inyección me es difícil concentrarme. Pensar es como nadar en vidrio.
Hace cuatro días comencé a ver un punto fijo, una mancha de humedad en el techo del cuarto. De esa manera pasan más rápido las horas, las agujas, los gritos ajenos y propios. Dicen que si me sigo portando bien y si prometo no volver a escupir las pastillas lava-cerebros me dejarán de pinchar.
La mancha de humedad se queda quieta, yo tendría que hacer lo mismo. Ella lo pasa tan bien ahí: quieta, tranquila, sin ningún esfuerzo. No como yo, que cada vez me cuesta menos. Al fin y al cabo; ya soy espacio en blanco, un basurero de desechos médicos y toxinas, no veo razón alguna para no jugar mi papel.
En fin... todos necesitamos, de una manera u otra, escapar de nuestros fantasmas."

1 comentario: