Caminaba descalzo por la habitación. Los pensamientos llegaban como rayos, ideas, imágenes, problemas, azulejos, plantas, cortinas, avenidas y circunvalaciones. Ya era el quinto día que pasaba encerrado en aquella habitación meditando. Flor de loto, palo podrido, yoga y mucha droga. Sentía como se le empezaba a consumir la cabeza mientras la gente se paseaba por la casa. La casa roja. La recordaba el primer día que la vio desde afuera. Roja, toda roja por afuera y tan podrida por adentro. Los viajes de ácido no le hacían bien, las trompadas tampoco, después de todo eso ya no importaba, ya no importaba no. ¿Quien golpeaba la puerta? Ya era el quinto día que estaba encerrado en el baño. Se escapaba por la noches a comer. En esa casa vivía un montón de gente. Una especie de comuna hippie o algo por el estilo.
Miró su reflejo en el espejo, - Che, te están hablando - le respondió. Gritó, y corrió hasta un rincón. Alguien movía algo pesado en el piso de arriba, los gritos de la puerta subían, se impulsaban y terminaban estrellándose en la pared del baño. Gritó, giró y miró hacia el cielo con ojos perrunos. El techo cayó sobre el.
La puerta se abrió, se escucharon dos voces:
-¿Sabés quien era este tipo? -
- No, parece que era un sabio, o un caracagada -
Y el se iluminó.
Jajajajaja. Fructíferas charlas con el Yonki.
ResponderEliminar