viernes, 24 de julio de 2009

La noche del lápiz

Mi lápiz está gastado, tan consumido que apenas se mantiene. Si lo apoyo, rueda lentamente hacia el piso. Lo tomó de nuevo, siento su palpitar; intento escribir con el pero no, muerde rabioso los renglones de la hoja, se retuerce y escupe las palabras con saña, como si ya no quisiera saber nada de nada.
En su último acto de rebeldía escapa de mis manos y se arroja al suelo, quebrando su punta.
Lo levanto del piso y lo miro, esquiva mi mirada. Le grito, le insulto y lo pateo. Solo para dejarlo lejos de mi vista. Me doy cuenta de mi error; me arrodillo y lo busco. Lo busco debajo de la cómoda, detrás del sillón, mezclado con mis libros pero nada, no hay señales del maldito lápiz.
Chillo, pataleo y comienzo a tirar las cosas, correr los cuadros, dar vuelta las almohadas, voltear las vasijas...pero nada. No está.
Me siento, hundido en la desesperación. Me siento con los ojos fijos en lo que he escrito. La hoja sigue ahí, muda, inmutable ante mi tormento. En un acto de pura crueldad la arrugo y la tiro a la basura. Y entonces lo veo, el lápiz, a los pies de mi cama, donde siempre había estado.
Ahora solo resta encontrar la hoja...

4 comentarios:

  1. tratar de controlar un lápiz con vida propia y rebeldia, mientras la hoja sigue blanca de espera...

    muy buenoo che!

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  2. ojalá sigas teniendo el control
    saludos
    y date una vuelta x el mío

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  3. De a poco fui dejando de usar lápiz.
    Malditos teclados de computadora y marcadores 0.2 de punta suave.

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