viernes, 2 de octubre de 2009

Or/Nor

A fuerza de atragantarse de aquella soledad tan acompañada se empañó el vidrio que le comunicaba con el espacio exterior.
Era una persona sin . Todas aquellas cosas que damos por sentadas, aquellas cosas en las que tenemos fé carecían de esa firmeza de la que solo gozan las cosas más cotidianas. Cosas como la gravedad; esa seguridad sin miramientos, de que al levantarnos de la cama no vamos a salir volando ya no exsistía, no estaba más.
Cada acción ahora se dividía en causas y microcausas que podían enlazarse y desenlazarse de infinitas maneras. Nada era seguro. Nada era estático. ¿Te imaginás lo qué es no saber si al pisar el piso vas a terminar uno, dos o seis pisos más abajo? ¿Cómo saber que no vas a seguir de largo y perderte en la tierra sin nada de qué aferrarte?
Usualmente vemos los espacios como lugares vacíos en los que se colocan elementos. Sin embargo, ya no veía los espacios llenos, veía y solo notaba los espacios vacíos. Era el negativo del mundo, los polos se habían invertido y el mundo ahora era un inmenso espacio vacío y aterrorizante.

2 comentarios:

  1. Esta entrada tuya me provocó una sensación de deja-vu. Justo ayer estuve conversando con alguien que sostiene casi, casi, esas mismas cosas.

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