miércoles, 22 de agosto de 2012
Las Aguadas
Enorme y tranquila. Como un lago en las montañas. Apartado de todo. Profunda es la tristeza. Este tipo de amargura, desesperanza pasiva. Me fui al otro lado y no sé si pueda volver. Me gustaría desaparecer por un tiempo. Ser borrado de la memoria. Y descansar. Porque estoy harto de empezar de nuevo. De resistir. De intentar hacer las cosas bien. Hacerlas mal. Al fin y al cabo ya no importa. El lago devuelve mi reflejo. No hay nadie de el otro lado para hablar. Nada que alcanzar. No hay fin, no hay medio, no hay nada sobre lo cual apoyar. El desinterés total. Estoy terriblemente cansado. Y con urgencias de nadar. Pero solo veo mi reflejo sobre el cristal.
Palabras ajenas, palabras propias.
Como está para tirarse al sol. Curtir Prado o Pqe. Rodó. Al sol. Con buena música. Mate o aún mejor: Cerveza con limón y unos buenos mojitos.
Y una caja de cigarros.
martes, 21 de agosto de 2012
lunes, 20 de agosto de 2012
Un día a la vez
Al final es lo que queda.
La fé. La esperanza ciega.
El insomnio y las canciones tristes.
Saber que todo es fugaz.
Cerrar los ojos y esperar que todo salga bien.
El temor al vacío.
El más terrible.
El propio y el ajeno.
Saber que todo se hizo mal.
Al final es lo que queda.
Los temblores. Los signos de pregunta.
El anhelo de respuestas.
De que algo crezca donde todo fue muerto.
De que "contra todas las chances" sea tan mentira mañana como ayer.
Y el frío.
Que enfría más que al alma.
La fé. La esperanza ciega.
El insomnio y las canciones tristes.
Saber que todo es fugaz.
Cerrar los ojos y esperar que todo salga bien.
El temor al vacío.
El más terrible.
El propio y el ajeno.
Saber que todo se hizo mal.
Al final es lo que queda.
Los temblores. Los signos de pregunta.
El anhelo de respuestas.
De que algo crezca donde todo fue muerto.
De que "contra todas las chances" sea tan mentira mañana como ayer.
Y el frío.
Que enfría más que al alma.
C de Casa
Ni el olvido llega lo suficientemente rápido.
Ni se mata tan fácil al sueño.
Porque es preferible el odio a la agonía.
Y esas palabras no son mías.
Y me conservaré en alcohol
.Y me pondré Bogart y esperaré en la estación.
Y no me tomaré el tren.
Porque sé que cuando hay tormenta los rayos asustan.
Que los ogros no se quedan con las princesas.
Y que el llanto agota.
Y yo sé que estoy agotado.
Pero sé quien soy.
Y en silencio la voy a pelear.
Dan lluvia hasta el 24 y Casablanca es una película brillante.
Ni se mata tan fácil al sueño.
Porque es preferible el odio a la agonía.
Y esas palabras no son mías.
Y me conservaré en alcohol
.Y me pondré Bogart y esperaré en la estación.
Y no me tomaré el tren.
Porque sé que cuando hay tormenta los rayos asustan.
Que los ogros no se quedan con las princesas.
Y que el llanto agota.
Y yo sé que estoy agotado.
Pero sé quien soy.
Y en silencio la voy a pelear.
Dan lluvia hasta el 24 y Casablanca es una película brillante.
viernes, 17 de agosto de 2012
Algo especial
Tengo un lugar especial. Un lugar bien arriba desde el cual se puede ver toda la ciudad. Un lugar especial al que todos pueden venir. Donde se puede olvidar por un rato, o volver a recordar.
Tengo un lugar especial donde podemos brindar. Por lo errores que cometimos. Por los horrores que fuimos y las cosas que tan solo salieron mal.
A veces hace frío afuera. Se está solo. O siempre igual. Entonces a veces es bueno venir a este lugar.
Donde no hay programas malos en la T.V. Donde se puede callar o hablar si es necesario. Donde se pueden tomar fuerzas para volver a andar.
Porque yo también tengo cosas que pude hacer pero no hice. Alguien que ya no me ama. Gente que quiero ver. Y algunos que se fueron al más allá.
Tengo un lugar especial donde se puede encontrar un poco de paz.
Pero si no fuí valiente entonces los voy a ser ahora.
Y me voy a ir de este lugar.
jueves, 16 de agosto de 2012
@~!!****][{}!$·&%·?&!?!!
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
domingo, 5 de agosto de 2012
Cáncer mental
Siempre presente. Latente debajo de todo. Batiéndose lentamente hacia el centro de el mundo. Ya sea en una fiesta particularmente alocada; una noche, en la cama antes de dormir; en una caminata nocturna; un ómnibus o en la oficina. Lo cierto. Es que eventualmente, alarga una mano y nos alcanza.
Y entonces se abre el telón.
El espectáculo que comienza tiene tanto de maravilloso como de siniestro.
Al des-correrse el velo de la realidad comienzan a funcionar mecanismos escondidos. Donde el tiempo muta y cambia constantemente. Donde las cosas se escurren y brillan. Y se apagan. Y brillan.
Y en esta especie de realidad en bruto comienzan los cambios. Todo se llena de intensidad. Se hincha. Se conecta e impulsa. Como un collage de acuarelas y sentido. Todo armoniza.
Pero con la brutalidad aterciopelada de el prestidigitador que saca el mantel dejando todo en perfecto orden, con esa caricia que ahoga y sin previo aviso todo, todo se vacía de contenido. Desaparece.
Entonces hay que caminar de un lado al otro de la habitación, hay que acostarse a mirar el techo, hay que salvar lo que se pueda salvar o no. Y (des)esperar a que vuelva a elevarnos el viento mientras se consume la voluntad.
"Vive el presente".
Quienes experimentaron el infierno saben el horror que guardan esas palabras. Tener esa pared negra. El vacío infinito adelante. Y que no quede más que un mísero pedazo de presente para vivir. Día a día. Latido a latido. Presente absoluto. La completa anulación de el individuo. El automatismo. El hombre-engranaje. El cruel destino de el hombre-vacío. Porque en el presente no se puede ni se quiere vivir. Pero seduce. La explosión y el vacío seducen. Y cuando reconocemos esa parte que anhela el agarre de esa mano, que habla en lenguas familiares, que quiere colgar los zapatos y subirse a esa montaña rusa...cuando sabemos que estamos nosotros, el reflejo crudo y real de el espejo, y la tercera vía...que difícil es no quedar atrapado por esa sirena. Incluso a sabiendas que nos esperan las rocas, y el filo, y encallar, y callar, y romperse, y volverse al fondo de el mar.
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