Viajo en un ómnibus hacia afuera y a nuestro alrededor alguien proyecta una película.
Es de noche, el viento sopla con el fresco de la madrugada y la tormenta.
En el filme, se ve la ciudad oscura.
A nuestro alrededor y a diferentes profundidades hay luces que revelan cada una una porción del paisaje: luces amarillas, blancas y rojas. Un poco difusas, un poco quemadas.
Saeteamos a través de la noche granulada mientras otros pasajeros se van uniendo en tandas, de a uno, de a dos, de a tres. Yo intento ver a los hombres que sacuden el armatoste. Pego mi nariz al vidrio pero no les veo. "Deben de estar más abajo" pienso, y mientras pienso me doy cuenta: "Cuan mejor se ve la realidad filmada en 35mm!"
siendo estrictamente lógico, mi estimado nota toll, tu realidad yace sin hombres, debajo.
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