viernes, 18 de noviembre de 2011

Milímetro por milímetro

Siempre se ve el mundo entre buenos y malos. Pero tanta gente prefiere para sí misma el camino medio. Una especie de elevación más allá que permita ser juez y testigo de ese mundo binario que nos inventamos. Ese trono por un lado permite dar cátedra de falsa humildad, porque es un trono. "No soy bueno ni malo, pero solo yo tengo trono".  
 A veces pienso que prefiero un mundo lleno de malos de verdad. De esos de película a esta maldad más humana y real. Esa maldad pasiva que todos tenemos de una u otra manera. Como en las películas: está el bueno y el malo. Los extras que mueren a patadas no son relevantes. Creo que eso tiene el cine. Si bien cada uno lo pasa por sus filtros es una realidad. Una. Al fin hay consenso. Este es el malo. Este es el bueno. Todos los espectadores estamos de acuerdo. En la sala nunca es de día. Estamos a nuestras anchas jugando el papel de espectador y de deidad.Y de alguna manera intentamos repetir eso en la vida diaria. No ser tan mediocres. Tan extras.

2 comentarios:

  1. Debo reconocer que a mi me gusta que los héroes de la vida real, frente al hecho de derrotar a los villanos se encuentren siempre bajo la dicotomia ética de este último.

    Que los castigos que se impongan siempre queden en duda por esa supuesta virtud que la humanidad aclama tener en todos sus individuos,

    La conciencia del héroe se erosiona con cada acto de justicia...y ese drama es muy real

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  2. Y al final somos todos matices de gris...

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