Himnos antiguos me llaman.
Voces profundas como los lagos helados,
me llaman
Lugares desconocidos, sin embargo familiares.
Me llaman.
Altas montañas,
el viento entre los arboles,
la tierra
y la hogera,
y la noche estrellada.
De vuelta a donde suena el violín,
cerveza y cantos
que como la profunda tierra y el danzar de el mar,
me traen de vuelta
a el tiempo de dulce pesar,
de fuerza y ese vendabal
que empuja, pero no deja de acariciar.
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