viernes, 6 de agosto de 2010

#VII

Caminaba tranquilo por una noche, por una vereda. Sus pasos resonaban detrás suyo, justo detrás suyo. Cada tato giraba para asegurarse que los pasos que le seguían eran los propios y nunca ajenos.
El día no llega, el sol no cae, se desliza por debajo de todo y crece.
Los pasos se callan.
Solo queda un hombre.
Caminando.