viernes, 29 de enero de 2010

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Saboreo tu cuerpo, tu carne. Descorro los velos del silencio mientras me zambullo.
Te rodeo. Tu tiemblas.
Las manos recorren formas dando formas a nuevas especies, nuevas cosas. No los amantes que son, si no los que se desean ser o tener.
Y el sabor, el sabor a tabaco, a saliva, a sudor, a alcohol, a lápiz labial.
Con todo a flor de piel, y más solos que nunca.

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