jueves, 18 de marzo de 2010

Tardecita

Carlos estaba sentado en el escalón de la puerta de su casa. El día estaba pesado. Y entre cervezas tibias y alguna siesta ya había logrado pasar la mayoría de aquel apenas soportable verano.
Estaba ahí sentado. ¿Y qué hacía ahí sentado? Estaba esperando. Se suponía que Javier iba a llegar alrededor de las cuatro, ya eran las cinco menos cuarto y todavía no daba signos de vida. Justo pasaba una brisa tibia. Cerró los ojos y extendió su cara hacia el sol. ¿Cuanto más iba a demorar?

-¿Qué hacés tarado?-

-Eh?...-Entreabrió los ojos, la luz lo estaba matando. Se hizo una visera con la mano y distinguió la figura de su amigo envuelta en un halo de luz - Mirate vos...así con el sol detrás sos igualito a la virgen maría.-

Después de un leve intercambio de golpes, llaves y la búsqueda de dinero ya se encontraban camino a la rambla.

Javier era un tipo flaco, bastante más alto que Carlos y desde que tenían memoria siempre habían pasado los veranos en Montevideo. No por elección. Más bien se sentían de los pocos del barrio que no aprovechaban las achicharrantes temperaturas para viajar al Este, hacia climas iguales pero más cercanos al mar.
Delante de ellos se extendía el río de la plata y una multitud de lo más diversa que fue deliberadamente ignorada al rumbear hacia las rocas. Donde sabían no habría más que un par de pescadores sin mucho ánimo de charla.

En cuanto se acomodaron Javier, nunca lento ni perezoso, empezó a armarse un porro.

-¿Y tu vieja che? ¿Cómo anda?-

-Bien. Yo que sé. Después del ataque ese no lo vino nada más. Dice que si sigue bien le van a dejar volver a casa-

-¿Y tu viejo?-

-Bien, yo que sé. Viste que se borró mal. Cada tanto hablamos por teléfono, se fué con la mina a España. Igual me sigue pasando plata todas las semanas.-

-Es jodido...- La palabra terminó ahogada por el humo del faso - Yo que sé, son cosas que pasan boludo. ¿Sabés a quien me encontré el otro día?-

-No...a quien?- La voz de Javier seguía sonando seca intentando aguantar el humo. Se lo pasó a Carlos

-A Lucía-

-¿Y cómo está?-

Carlos le dió una pitada larga y profunda. -Embarazada-

-Que cagada...-